Hablando de enoturismo, pocos destinos pueden parecer más interesantes que la Ribera del Duero, llamada la mejor zona vinícola del mundo. Dentro de esta hermosa región, hay algunos lugares que brillan con luz propia. Uno de estos lugares es Peñafiel, donde se sitúan algunas de las bodegas más prestigiosas del mundo, como es Bodegas Protos.
Estamos de regreso de la visita a Bodegas Protos, una experiencia enoturística única, y en el paladar aún conservamos el regusto de la mejor gastronomía, armonizada con vinos de primera categoría. Y es que así fue.
Bodegas Protos, el prototipo de los vinos de la Ribera del Duero.
En cuanto a vinos, la calidad es el protagonista de cualquier caldo. Bodegas Protos es la primera bodega comercial que se estableció en Peñafiel. Debía correr el año 1927, cuando un grupo de elaboradores de vino locales se agruparon para funda una bodega cooperativa, donde la calidad y el buen hacer era un compromiso.
El nombre de Protos procede del griego, con la misma raíz que protagonista, o prototipo, viene a significar eso mismo; El primero o el original.
Con los años, la acumulación de experiencia y la implantación de la denominación de origen auparon a esta bodega a una categoría que le permitió estar considerada como una de las mejores del mundo.
La bodega creció, y de una de las mejores zonas de vinos tintos, dieron el salto a otra de las mejores zonas vinícolas, pero de vinos blancos, la DO. Rueda. Así establecieron en 2007 la bodega de vinos verdejos en La Seca, también en Valladolid.
Turismo enológico; Visitando las bodegas Protos
La experiencia comenzó de una forma original dentro del enoturismo, catando uno de sus “buques insignia”, el crianza 2010 Selección Privada acompañando a unos aperitivos de ibéricos. Un maridaje simple, simplemente perfecto.
Después de este primer contacto, nos lanzamos a conocer las instalaciones. Aunque Bodegas Protos ha tenido que sacar instaciones fuera de la montaña, aún conservan y utilizan los casi 2,4 km. de túneles escavados en la montaña.
La bodega compró en su día unas cuevas artificiales que debieron ser escavadas entorno al siglo XV, pero que posteriormente fueron ampliadas. Tras la adquisición, primero con medios asistidos y más tarde con máquinas excavadoras, fueron horadando la montaña para conseguir las actuales bodegas.
Bodegas centenarias bajo la montaña
Estas instalaciones están llenas de barricas de roble, algunas francesas y otras americanas. Apiladas de forma lineal no permiten el uso de maquinaria moderna, por lo que es necesario el uso de tuberías llamadas ‘vinoductos’ para realizar los trabajos de trasiego.
Este trasiego es necesario para conseguir que un vino no pierda sus sutilezas, tanto aromáticas, como gustativas, pero sin eliminando la turbidez y los sedimentos. Esto se hace así, ya que un filtrado agresivo eliminaría estos últimos, pero también haría que se perdiese los aromas y gustos que dan la personalidad de los vinos de calidad.
Nuevos tiempos, nuevas instalaciones
Tras recorrer varios túneles, y ver el dormitorio de botellas, entre otras cosas, fuimos hacia las instalaciones nuevas diseñadas por Richard Rogers, arquitecto de prestigio que trató de compaginar innovación y tradición para hacer de Bodegas Protos una catedral del vino de la Ribera del Duero.
Las nuevas instalaciones se comunican bajo tierra por unos túneles, de forma que el movimiento de barricas, vinos y personas no necesiten salir a la luz, ni sufrir choques térmicos, que a nadie le gustan.
En las nuevas instalaciones, pudimos disfrutar del futuro Crianza añada del 2014. Este vino, es vino, desde hace menos de un mes de nuestra visita. Acaba de empezar a reposar. Una parte en barricas de roble francés y otra en barricas de roble americano.
Cada tipo de barrica, con sus tostados interiores, aportará diversas notas al vino final, que será la unión homogénea en coupage de vinos macerados en diferentes barricas.
Pese a que este vino, que lo catamos directamente de la barrica, apenas lleva un mes reposando, y ya ha empezado a transformarse. Si todo sigue su curso, en el 2017 o en 2018, podremos disfrutar de unos reservas o crianzas de gran calidad; según como evolucionen. La semilla está plantada y las condiciones son buenas.
La cata y degustación de los vinos de Bodegas Protos
En esta visita, empezamos con vino, y la terminamos con más vino. Si empezamos con bueno, terminamos con superior.
Procedente de majuelos de más de 70 años y cuidados con mucho mimo, fermentación en barrica de madera, Bodegas Protos elabora un vino de autor muy especial llamado el “Grajo Viejo”, en honor del pago del que procede la uva tempranillo usada.
Disfrutamos de este vino en una cata vertical, pero hecha a ciegas. Jugando con las añadas 2006, 2008, 2010, 2011 y 2012, nos retaron a identificar en nuestra copa cuál era cada añada.
El juego, aunque aparentemente sin sentido, se volvió muy interesante con algunos conocimientos sobre vinos. Así los más antiguos eran “fáciles” de identificar. Pero los últimos no podían ser identificados por el color.
Pasamos a la fase olfativa y de sabor. Esto fue mucho más complicado, puesto que estos vinos pese al reposo en madera han conservado el color y los aromas a frutas. La madera, aunque presente, no se ‘come’ al resto de sabores presentes en el vino. Este defecto se da en algunas bodegas que han abusado de la barrica.
Gastronomía y vino, maridajes perfectos
Después de tanto vino ya teníamos hambre. El Chef Javier García «Peña», conocido por participar en el programa TopChef nos tenía preparados 5 platos para maridar con los caldos de Bodegas Protos. Y a fe nuestra que lo clavó.
Empezando con un blanco verdejo de la DO Rueda, nos preparó un ceviche de corvina con su toque de cilantro y quicos ligeramente tostados.
Con el tinto roble, nos esperaba unas sabrosas brochetas de pollo en palo de citronela con aceite de cacahuete picante y emulsión de frutos rojos.
Con el Crianza 2011, llego la sorpresa de mar y tierra. Un bocadito de palomita de trucha marinada en salsa de soja y sake, rebozada en corteza de cerdo, lo que daba un toque a torrezno espectacular.
Al Reserva 2009 le acompañó un risotto de setas con manitas de cerdo y coco. Un agridulce muy bien conjuntado.
Y por último llego un capricho único. Abrieron un Gran Reserva de 1986. Un vinazo envejecido aunque con brío. La armonía parecía casi imposible, pero no para un gran chef. Un bocado de carrillera y rabo de toro con toques de cacao negro fundente ensalzaban los sabores a fruta madura, compotada que este vino posee.
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Simplemente la jornada fue magnífica, además coincidimos con grandes bloggers gastronómicos, del mundo del vino y del turismo. Tanto de Castilla y León, tierra de gran gastronomía y mejores vinos, como de otras regiones de España.
¡Fue para nosotros todo un homenaje!