Hace un tiempo, realizamos un viaje de descubrimiento de las posibilidades de la Ruta del Vino de Toro, acompañando a los compañeros de Destino Castilla y León. Junto a ellos, regresamos a un restaurante referencia en la zona, el Restaurante La Panera, un restaurante enoteca en Morales de Toro.
Enoturismo, mucho más vino
El conocido turismo del vino es esencialmente turismo. Por tanto, además de centrarse en visitar bodegas, también tiene que estar la zona preparada para aportar una oferta gastronómica capaz de conjugar la tradición gastronómica local, con sus vinos.
Esto hace que los restaurantes que participan de este tipo de turismo del vino han de conocer el vino y sus capacidades de armonía. En este viaje, gracias a la Ruta del Vino de Toro, pudimos disfrutar de varias de estas experiencias gastronómicas, como en el Restaurante La Esquina de Colas y el Restaurante Doña Negra; aunque adicionalmente y fuera del programa, nos buscamos por nuestra cuenta de tapeo por Toro, en Zamora.
Restaurante la Panera
En Morales de Toro se encuentra este restaurante; el Restaurante La Panera, que es mucho más que un restaurante, ya que en sus instalaciones también se encuentra la enoteca El Sabor Vintage. Los que nos conocéis de hace tiempo, os acordaréis de que no es la primera vez que hemos estado en este lugar.
Lo curioso es que, en cada ocasión, hemos disfrutado de una forma diferente de disfrutar de la gastronomía que ofrecen sus cocinas.
De menús degustación, a un cocido castellano
Nuestra primera experiencia en este restaurante la panera fue tras una visita al Museo del Vino de Pagos del Rey, que se encuentra a escasa distancia, también en Morales de Toro. Un día de invierno, con bastante frío. Así descubrimos este lugar, y tomamos un cocido castellano, la versión original del famoso cocido madrileño.
En otra ocasión, disfrutamos de un menú degustación acompañando a los vinos de Pagos del Rey. También muy interesante.
Menú degustación maridado
Pero en esta ocasión, el planteamiento del menú fue totalmente distinto a lo anterior, ya que el menú degustación se acompañaba con una cata comentada de hasta 12 vinos. Una experiencia especial porque nuestra visita fue casi inmediatamente de la vendimia, por lo que pudimos catar 3 vinos a medio hacer, lo que nos permitió conocer en mayor profundidad el proceso de elaboración del vino.
Acompañando estos vinos, tomamos varios platos, que hicieron de entrantes para llegar a un plato principal; un chuletón de carne a la piedra.
Un aperitivo, para ir abriendo boca
Antes de empezar la comida en sí, disfrutamos de un vermut casero elaborado por Roberto, el alma de este restaurante, un verdadero conocer y amante del mundo de los vinos y como estos son parte de la gastronomía. Además, para acompañar a este vermut, nos sirvieron una crema de espárragos. Deliciosa combinación.
Entrantes, picoteo ligero y variado
Tras el vermut y conocer un poco más sobre los secretos del vermut, empezó el propio menú degustación. Varios platos que se acompañaban de vinos diversos.
El primer plato fueron unos gambones rebozados en panko, un pan de rebozar oriental muy crujiente, lo que con una salsa miel y mostaza estaba delicioso.
Acompañando a estos gambones, catamos varios vinos blancos de la variedad verdejo a medio elaborar. Es decir, con una fermentación finalizada, ya que estábamos en el momento perfecto del año para disfrutar de esa experiencia. Vinos sin clarificar, tanto de la DO. Rueda como la misma variedad, pero de la DO. Toro.
Tras esta primera toma de contacto, con unos vinos en proceso de elaboración, pasamos a vinos ya puestos en el mercado. En concreto catamos dos vinos de la DO. Toro menos conocidos, los blancos y los rosados.
El blanco verdejo de Toro es ligeramente diferente al más habitual blanco verdejo de Rueda, pese a que comparten casi terreno y clima. Y en cuanto a los rosados, es más normal hablar de tinto de Toro, aunque también se elaboran este tipo de vinos amparados por la denominación de origen.
A modo de armonía para estos vinos, disfrutamos de unos pimientos rellenos y con una salsa cubriéndolos. Realmente buenos, y como se llaman popularmente en nuestra casa, unos «bólidos», por lo rápido que desaparecen.
El siguiente plato fue un pulpo,.. pero en lugar de acompañarse con un vino blanco, que sería lo típico. La armonía buscada quería hacer hincapié en los vinos de Toro y sus cualidades que van más allá «de lo siempre».
Así este vino tinto de la Bodega Elías Mora, de San Román de Hornija, Valladolid, pues la denominación de origen Toro también tiene un pie en la provincia vallisoletana, acompañaba a una patita de pulpo cocida y luego braseada sobre una cama de puré de patata, una versión del pulpo a la sanabresa.
Plato principal
A modo de plato principal, degustamos un gran bistec de carne de primera hecha a la piedra. Una carne sabrosa y que se deshacía en la boca. Al punto exacto de sal. Acompañado a modo de guarnición de patatas fritas, peladas a mano, no congeladas. Este es un detalle al que le damos una gran importancia para medir la calidad.
Armonizando esta carne, catamos varios tintos de Toro. Ahora sí un poco más convencionales, pero es que una carne así de potente precisa de un vino con intensidad de sabor. Ahí es donde la tempranillo, Tinta de Toro, luce como solo ella sabe.
Nuevamente catamos otro vino de Elías Mora, otro de Bodegas Maires; el tinto Cuzo. La idea fue formar un trío de vinos con diferente crianza en barricas. Y la mejor forma de conocer el trabajo de una barrica, es con una pieza de madera.
Roberto con diversos trozos de madera de roble nos permitió conocer y experimentar la madera de una forma nada normal.
Entre plato y plato, a disfrutar del vino
Entre platos, y al tener tantos vinos encima de la mesa, fue un momento perfecto para la experiencia de hacer un aprendizaje comparativo entre los tintos jóvenes, los tintos semicrianza, o tintos robles, y los tintos con crianza.
La posibilidad de experimentar con vinos «similares», es totalmente enriquecedora, pues nos permite comparar en el momento colores, aromas, sabores,.. una experiencia que ningún winelover quisiera perderse.
El postre
Pues en esta ocasión no os vamos a hablar de postre pues, aunque incluido en el menú, la apretada agenda nos hizo tener que marchar antes de lo que nos hubiera gustado. Sabemos que tenía que ver con el chocolate, una gran armonía para los vinos de Toro, más si son reservas.
Para el postre sabemos que había unos vinos de larga guarda. Al menos un reserva de Toro y un vino de Oporto, que casi por definición son vinos reserva.
Valoración de la experiencia
Tan solo deciros que pudimos emitir en directo la primera media hora de la experiencia, hasta que la batería del móvil sucumbió a un día tan intenso. Fue larga, pero apasionante. Un deleite de sabores y aromas, y además con las explicaciones de casi una clase magistral sobre vinos.
Aunque esto a algunas personas pueda ser algo aburrido, para quien disfruta del vino y de las armonías hasta le puede saber a poco. Desde nuestro punto de vista, es una experiencia totalmente recomendable, ya que es instructiva, apetitosa y muy cercana, pues es una experiencia bidireccional en la que puedes ser una parte activa.
Situación y contacto
Este restaurante se encuentra en una antigua panera, una construcción castellana tradicional. En la localidad de Morales de Toro, Zamora; a escasamente 5 kilómetros de Toro.
Restaurante la Panera y enoteca El Sabor Vintage
Plaza Mayor, 11 (ver en un mapa)
49810 – Morales de Toro (Zamora)
Tfno.: +34 691 48 47 74
@: info@elsabordelvintage.com
¿Y vosotros? ¿Conocías este restaurante la Panera, el sabor vintage? ¿Has disfrutado de su gastronomía y sus vinos? Si es así, cuéntanos cómo fue en un comentario.